"Déjame decirte algo que ya sabes. El mundo no es un camino de arcoiris y amaneceres, es un lugar cruel y malintencionado, y no importa lo fuerte que seas, te derrotará, y te pondrá de rodillas, te mantendrá ahí permanentemente si tú se lo permites. Ni tú, ni yo, ni nadie golpea tan duro como la vida. Pero no se trata de lo duro que golpees, si no de cuánto puedes ser golpeado y seguir adelante. Eso es lo que hacen los ganadores. Si tú sabes lo que vales, entonces ve, y consigue lo que te mereces. Pero tienes que estar dispuesto a recibir golpes, y no señalar con el dedo diciendo: 'no soy lo que quiero por culpa suya'. Los cobardes hacen eso, y tú no lo eres. Eres mejor que eso, porque hasta que no empieces a creer en ti mismo, no tendrás una vida" - Rocky Balboa.
Vivi ogni giorno della tua vita come se fosse l' ultimo

19 de octubre de 2014

Párame tú, que al pedir me pierdo, y luego ya no vuelo bien

"Si te tuvieras que definir en una palabra, ¿cuál sería?" A esa típica pregunta siempre respondo la típica respuesta "No lo sé", porque nunca me he parado a describirme, quizás porque no sé hacerlo bien o porque no encuentro las palabras exactas para definir lo que yo creo que soy. Aunque no sepa eso, sé algunas cosas. Por ejemplo, sé que me contradigo a mí misma en la mayoría de mis pensamientos. Cuando quiero algo, lo quiero ya, no quiero tener que esperar uno o dos meses para que llegue, porque para entonces, probablemente, ya querré otra cosa, pero... entonces pienso que me encanta tener una ilusión por algo, y me arrepiento de lo primero. Sé que no pido mucho a la vida, sólo lo típico que todo el mundo quiere, ser feliz. Y tampoco me gusta definir lo que es la felicidad, porque eso o lo sientes o no. No hay término medio.
  Antes odiaba que me dijeran que no a todo, y llegué a un momento en que dejé de pedir cosas sólo para no oír ese "no". Por eso, cuando pido algo, que casi nunca lo hago, lo hago porque tengo la certeza de que la respuesta será "sí". Eso sí, si entonces tu respuesta es no, me has matado.    Parecerá superficial, pero no me gusta que me hablen de temas muy serios. No quiero oír ni una palabra de política, porque si no vas a cambiar el mundo, no tienes derecho a opinar de cómo lo intentan cambiar los demás, ni tampoco de religión, porque seguramente, no esté de acuerdo en nada de lo que digas.
  No me gustan las discusiones, las odio, porque luego, me paso días y días pensando en todo lo que dije mal y en todo lo que tú dijiste que a mí me dolió. Soy muy impulsiva, si pienso algo, lo suelto, no le doy vueltas, y luego me suelo arrepentir de la mayor parte de las cosas que digo por no haberlas pensado... El plan perfecto para mí es hacer mil cosas en un día. Llegar a mi casa y pensar "Ni siquiera me acuerdo de qué hicimos primero". Pero que esas cosas surjan, no que las preparemos. Me gusta vivir experiencias nuevas, cosas que poder contar a mis nietos cuando sea mayor.
  Valoro mucho a las personas, aunque nunca lo digo. No es que me de vergüenza, es simplemente que no sé... Prefiero guardarlo para mí. A veces pienso que mucha gente me ha fallado, pero después pienso que seguramente yo también haya fallado a mucha gente, y si ha sido así, será por algo. Y no sé por qué es, pero puede que el destino decidió que fuera mejor así. Me da pena perder el contacto con cualquier persona que he querido alguna vez. Puede que me hayan traicionado de mil maneras, pero luego pienso en cualquier día que pasé con ellos, y me da tristeza saber que nunca volverá a ocurrir.
  Cuando me entero de algo que me hace daño, siempre se me pone un nudo en el estómago, de esos que cortan la respiración. Entonces el corazón se acelera, y leo una y otra vez esa conversación para intentar buscarle algún sentido por el cual todo lo que pienso sea mentira. Pero, curiosamente, nunca es mentira. Es la realidad.
   Me encanta reírme de cualquier cosa con los demás, a lo mejor de una tontería, algo que probablemente no sea demasiado gracioso, pero da igual si para nosotros sí lo es. Sé que no sé nada de la vida, pero tampoco quiero saberlo, ya tendré tiempo para ello. No me gusta que la gente me de lecciones de vida, para eso ya están los profesores, y sinceramente, tampoco les presto mucha atención, porque creo que el mejor maestro es el tiempo. Él me dará respuestas, incluso cuando yo no pregunte.
  No me gusta que me pregunten qué quiero ser en la vida, ni siquiera sé que voy a hacer mañana. Eso son demasiadas responsabilidades. Sólo quiero hacer las cosas que me hagan sentir bien. No quiero montañas rusas ni cambios rápidos, quiero que ayer, hoy y mañana hagamos cosas distintas, pero siempre las hagamos juntos. No me gusta hacer cosas que me dan miedo. Si me da miedo hablar en público, ¿por qué tengo que hacerlo? Odio que me ordenen cosas que no quiero hacer. Hay gente que lucha por vivir cada día y yo tengo que hacer algo que no me gusta porque tú lo digas.
  Por esto nunca sé qué decir cuando me dicen que me describa  a mí misma. Porque un día pienso una cosa, y al día siguiente otra. Que la vida son dos días es un hecho, y que hay que vivirla, es otro.

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